Bueno, a parir de ahora intentare subir capitulo todas las semanas.
Espero que os guste¡ Muchas gracias por leerlo¡ :D
7.
Estoy a dos segundo de dormirme en clase, el maestro
de historia no para de hablar… si sigue así me dormiré enseguida
—Ina, despierta, — me zarandea Enzo.
Intento mantener mis ojos abiertos pero pesan
demasiado. Ha pasado una semana desde que me quedé sola con Damián y dormí con él.
Desde ese fin de semana no consigo dormir bien, y para colmo de males creo que
tengo fiebre.
El timbre suena. Nos toca recreo, intento levantarme
pero fallo y me caigo.
— ¡Ina! — Enzo me sujeta contra él. Lo veo todo
borroso todo me da vueltas.
—Hay que llevarla a la enfermería, se ve muy mal, —
dice algún compañero.
—Dámela, — conozco ese tono de voz. Es Damián el
mismo que no me ha hablado en toda la semana que me ha ignorado y que ni
siquiera se ha preocupado por mi estos días en los que comenzaba a encontrarme
mal.
La voz de mi madre resuena en mi cabeza. Esta mañana
apenas tenía 37 de calentura, ahora creo que tengo el doble.
Noto a Damián intentando cogerme. No quiero que me
toque.
—No, — murmuro y me cojo a Enzo. —No quiero que me
toque. Es malo, — balbuceo.
No sé lo que digo y tengo que luchar por mantenerme
despierta y de pie.
Noto como Damián me coge, me levanta contra él como
si fuera una princesa. Suspiro. Quiero volver a dormir con él.
Noto su calor en mi cuerpo, oigo murmullos a lo
lejos. Pero yo ya me he ido.
Abro los ojos y me encuentro en mi cuarto. ¿Cómo he
llegado aquí? A mi lado esta mi madre leyendo un libro. La miro y bostezo, ella
me sonríe.
—¿Ya estas despierta?
—Sí, ¿Cómo he llegado aquí?
—Te desmayaste en el instituto, suerte que Damián y
Enzo te cogieron.
—No recuerdo nada, — frunzo el ceño, ¿Cómo habrá
pasado?
—Voy a traerte una sopa, al parecer has pillado un
virus y por eso te ha subido la fiebre.
—Gracias.
Mi madre sale del cuarto. Yo me giro a por el móvil
y comienzo a ver los miles de mensajes. Compañeros de clase y amigos que me
preguntan que como estoy. Todo es normal menos un mensaje, el de Enzo.
<La que has liado….>
Le contesto rápidamente.
<Porque?
<Pregúntale a Damián
<Te los estoy preguntando a ti, suelta.
<Es un tema delicado
<Enzo ¬¬
<Quiero volver a acostarme contigo
<Que?
<Que
<Que dices??
<Lo que le dijiste a Damián segundos antes de
desmayarte.
Se me acelera el corazón me quedo sin aire en los
pulmones. No puede ser.
<Ains dios¡¡ lo escucho alguien?- pregunto
desesperada, lo que me faltaba Su respuesta no ayuda mucho.
<Toda la clase.
Dejo el móvil a un lado y me tapo la cara. Tierra trágame. Menudo
cabreo tiene que tener. Ahora sí que no voy a poder mirarlo a la cara.
Intento levantarme de la cama, necesito ir al baño. Llego
a la puerta de mi cuarto y al salir me mareo, intento sujetarme al marco de la
puerta pero fallo.
—¡Ina! — grita mi madre y me coge al vuelo.
—Estoy bien. Solo es un pequeño mareo.
Nos levantamos, pero a mí se me mueve el cielo la
tierra y todo el universo. Mi madre me sujeta fuertemente contra ella.
—¡Damián, ven corre! — grita mi madre.
No, que Damián no corra, me muero de vergüenza,
todavía no estoy preparada para enfrentarme a él. Me apoyo en el marco de la
puerta del baño y entro a trompicones.
—Mama estoy bien, no te preocupes. Necesito una
ducha, — balbuceo. No me siento bien, para nada.
Llego hasta la bañera, estoy cansadísima. Mi madre preocupadísima
me sigue sujetando, al tiempo que toca mi frente.
—Ay, Ina tienes calentura. Tenemos que darte un baño
de agua fría.
¿Agua fría? NO, vamos ni de coña. Me doy la vuelta
pero mi madre me sujeta.
—Eso sí que no, no vas a huir.
Mi madre me sujeta contra ella mientras yo estiro
los brazos para agarrarme otra vez al marco de la puerta, si solo tuviera los
brazos de goma.
Me vuelvo a dejar caer contra mi madre, poniendo
todo mi peso en ella.
—Maaamaaaaaa— lloriqueo. Cerrando los ojos. Parece
que hubiera corrido una maratón.
—Damián quítale el pijama.
¡Y un pijo! Observo como Damián se acerca a mí sin
decir palabra. Si no fuera porque me está sujetando mi madre correría.
Llega a mí,
posado su mano en mi frente.
—Quizás deberíamos llevarla al médico, — le dice a
mi madre.
—Vamos a probar con una ducha de agua fría, si no
mejora volveremos a llamar al médico.
Damián asiente, que guapo.
Me mira directamente a los ojos, mientras lentamente
me sube la camiseta del pijama para sacarla por mi cabeza. Si mi madre no
estuviera detrás de mí ahora mismo esto sería muy erótico.
Me quedo en sujetador delante de él, no es la
primera vez, pero me pongo colorada. Miro mi sujetador beige, no es gran cosa,
bueno, mis pechos no son gran cosa. Damián tira delicadamente de la cinta de
mis pantalones de pijama, deshace el nudo y me los baja. El muy cabrón ha
conseguido bajarme los pantalones sin rozarme si quiera. Yo quiero que me roce.
En un momento de lucidez, mientras Damián y mi madre
hablan algo de lo que yo no me entero, pienso en lo caliente que me pone estar
cerca de él, ¿será cosa de la calentura?
Mi madre enciende la ducha, y Damián se descalza.
¿eh?
—Voy a por toallas.
Damián se quita la camiseta, ¿Damián se quita la
camiseta?
Me quedo embobada mirándolo. JODER tiene una pila de
lavar en el estómago. Estoy lo suficientemente lucida para ver que se está
desnudando y que estamos solos en el baño.
Alargo la mano y le toco la tableta, el encara una
ceja y me mira.
—Me gusta tocarte, — murmuro.
—A mi también, — se acerca a mí y me levanta contra
él.
—Pues no se nota, — jadeo. Estamos semidesnudos y
solos en un cuarto.
—No sabía que la calentura te pusiera tan… caliente.
Yo tampoco. Trago saliva y me acerco a él. Quiero
besarlo. Damián esboza una mueca malvada. Hay algo que se me escapa.
De repente es como si miles de agujas heladas se
clavaran en mi piel.
Grito como una loca, e intento apartarme del chorro
pero Damián me sujeta debajo. No es justo el solo se ha mojado los brazos.
—Sa sácame de a aquí, — tirito-suplico.
—No, — contesta.
—Te gusta verme sufrir.
—Me has creado un gran problema, ¿Sabes la que has
liado en clase?
Me estremezco y me ruborizo. Intento darme la
vuelta, pero me resbalo. Damián me coge. Oh¡ dios mío… con lo que me acabo de
rozar.
Mi madre entre en el baño, y no sé si darle las
gracias o matarla.
Finalmente nos secamos y me llevan al cuarto. Dos
pastillas y una sopa después me quedo dormida en el cuarto, pensando que qué
haré cuando vuelva a clase.
No sé exactamente cuánto tiempo ha pasado, pero es
hora de volver a clase. Enzo me ha mantenido informada de todo lo que ha
pasado. Al parecer todos me tomaban por la novia de Damián y por lo visto, Gema
ha alentado el rumor diciendo que nos vio besarnos.
Otra cosa que me parece muy rara es que Damián no lo
haya desmentido.
Sinceramente, esperaba miradas y preguntas
acosadoras al llegar. Vale, quizás me he subido un poco. Pero al llegar esta
todo normal. Mis compañeras me preguntan que como estoy al igual que los
maestros.
Como todo está “normal” y yo decido pasar de todo.
La semana pasa rápido y cada vez el tiempo empeora más.
Como nos encanta el otoño, Enzo y yo aprovechamos para ir al parque y echar
fotos. También quedo con mis amigos de mi antiguo instituto.
También me apunto al club de fotografía, donde
conozco a Julen y a Mila. Julen tiene mi
edad y es más bien tímido, a pesar de ser muy bromista, un poco mas alto que
yo, castaño y con unos ojos azules preciosos y Mila es la leche. Cada vez que
hablo con ella me parto. Esta peor de la cabeza que yo. Es de mi estatura, con
el pelo del color de la noche y con las orejas llenas de piercings.
Ya estamos a viernes y Mila, Julen, Enzo y Darryn, (este
último no sé muy bien porque) y yo, salimos por las tascas a dar una vuelta.
Cenamos en un bar entre risas y chistes malos.
Enzo no para de decirme lo adorable y guapo que es
Julen, y la verdad es que es bastante mono. Varias veces en la noche, me doy
cuenta de que me quedo mirándolo fijamente. Es muy guapo.
Me he dado cuenta de que después de tanto tiempo, de
las mudanzas de las cosas difíciles en casa y en el instituto, por fin parece
que mi vida vuelve a la normalidad.
Bebemos y
bailamos como locos. Apenas soy consciente de que Fanjo se nos ha unido. Casi a
las 2 de la mañana salimos del local. Cada uno nos vamos a nuestra casa. Mañana
salimos otra vez.
Al llegar todo el mundo está acostado. He llegado más
tarde de la cuenta, si se entera mi madre me mata. Entro con cuidado, necesito beber agua.
—¡Bu!
Salto del susto y me pego con la mesa de la cocina.
El corazón me va a mil por hora, ni si quiera me sale la voz para gritar.
Me doy la
vuelta y veo a Damián sin y un cigarro en la mano. Le pego fuerte en el pecho.
—¿Tu eres tonto? —me llevo la mando al corazón. — Casi
me matas.
—¿Te lo has pasado bien con tus amigos? — ¿se está burlando
de mi?
—Pues sí, ha estado muy bien.
Entorna los ojos y me mira. Se acerca a mí dándole una
calada al cigarro.
Se aleja y yo retengo el humo todo lo que puedo.
—¿Qué hacéis aquí?
Damián y yo miramos a la vez a Tiago. Sin poder
evitarlo suelto el humo mientras Damián se esfuerza por esconder el cigarro.
Tiago nos mira furioso. Mierda.
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