miércoles, 22 de abril de 2015

Capítulo 5 (Esto no tiene nombre) (+18)

5.

No quería salir del piso en mi vida. Estaba segura de que podría vivir tranquilamente aquí sin tener que ir a ningún lado.

Pero desgraciadamente tenía que ir a clase y ni toda la vergüenza del mundo iba a apartarme de poder terminar la carrera. Ya quedaba muy poco para terminar y no iba a tirarlo por la borda.
No podía hacer nada para evitar verlo en clase. Pero en el edificio era otra cosa.

Todavía recordaba lo que había pasado en su cuarto. Como me tocaba, como me besaba… dios el sabia besar.

Era injusto, no podía quitármelo de la cabeza y él se veía tan fresco como siempre. Ese mismo día lo escuche salir de su piso, y ayer por la mañana y por la tarde también. No ha decidido agobiarme, lo cual está bien. Pero no sé si realmente no quiere ser un pesado o está pasando de mí.

Fue bochornosa la manera en la que salí corriendo de su cuarto. Paula no para de pedir disculpas, pero ella no tiene que disculparse por nada, a la que se le fue la pinza fue a mi… y a él, por que definitivamente yo no estaba sola en esto.

No tenía ni idea de todo lo que se podía fantasear en tan poco tiempo solo con unos cuentos besos y algunos frotamientos… Definitivamente Adair me volvía loca. Cada vez que lo recordaba músculos que no sabía ni que existían se apretaban con placer. No podía evitarlo, me ponía muy caliente.

El trabajo lo terminé como pude, inventándome la mitad de las cosas. Tendría que hablar seriamente con la maestra. Al comparar mi trabajo con algunos de mis compañeros de clase me di cuenta de que no se parecían nada. Mercedes iba a tener unas palabras conmigo.

La noche del martes no dormí, solo pensando que en pocas horas lo vería y que encima tendría que tocarlo.

Cuando llegue a la universidad como ya había esperado Mercedes me dio una charla bastante curiosa. La gracia fue que su consejo era que le pidiera ayuda a Adair en todo lo que no entendiese. Tenía ganas de gritarle que ya había intentado eso y no había terminado muy bien… bueno había terminado bien, pero no en sentido académico.

En el momento en que Adair entro a clase, sentí como si tiraran de mí. Mi piel se calentaba y mi interior ardía nerviosamente.

No deje de mirarlo durante todo el camino hacia mi.

Mientras Mercedes comenzaba con las explicaciones Adair me subió a la camilla y se puso entre mis piernas. El corazón se iba a salir del pecho.

Llevaba unos pantalones cortos sin medias y una camiseta básica bastante ajustadita (y con escote). Sí, me había vestido para la ocasión, tenía que reconocerlo. Me devoró con la mirada, con tal intensidad que tuve que contener un jadeo. Puso sus manos en mis muslos, me dio un apretón para relajarme. Pero en este momento estaba de todo menos relajada.

Se dio la vuelta y prestó atención a lo que estaba diciendo Mercedes, aún apoyado en mis piernas. No conseguía descifrar que pasaba por su cabeza. Pensaba que nuestro encuentro iba a tener más conversación, me imaginaba de todo menos que estuviera tan callado. 

Me quede embobada mirando su espalda, memorizando cada detalle de su nuca y hombros. Me gustaba mucho. El encuentro de su cuarto ni hizo otra cosa que aumentar el deseo que sentía por él. 

¿Adair sentirá lo mismo?

En algún momento Mercedes termino la explicación y yo volvía a mirar ese par de ojos que me tenían loca.

Trazó una línea con sus pulgares por la cara interior de mi muslo, casi llegando a mi intimidad.

—Lamería con mi boca todo el recorrido que están acariciando mis manos. —Inspire bruscamente ante la ola de placer que me provocaron sus palabras. — Cada vez que te veo me acuerdo de cómo sabes, de cómo respondes a mis caricias, de lo dura que me la pones. Te follaría en esta camilla enfrente de toda esta gente si me lo pidieras.

Se lo quería pedir, Dios yo solo quería decir que si a todo. Apoye su frente en la mía.

—Quiero besarte, —jadee. — Quiero terminar lo que empezamos en otro día. Me da igual que no sea éticamente correcto. Solo una vez, tu y yo.

No pudo ocultar el placer que le dieron mis palabras. Yo podía hacer esto. Podía acostarme con él una vez y dejarlo estar. Ya no era una niña. Sabía lo que quería, y lo quería dentro de mi. Nunca pensé que eso fuera posible. Pero también estaba asustada.

Me alteraba mucho y eso era algo que no podía pasar por alto.

—Por el momento vamos a torturarnos. Túmbate y empecemos los ejercicios.

Y eso fue exactamente lo que hicimos, torturarnos. Se sentía también tocarlo como ser tocada.
La clase termino y a mí me quedaba todavía una larga mañana por delante.

—Esta tarde voy a tu casa—, me dijo antes de irse.

Esa frase resonaría en mi cabeza todo el día. Me perseguiría varios meses estaba segura.

—No te lo tomes a mal…—dijo Tatiana, agarrándome del brazo. — Pero ¿por qué casi os violais Adair y tu frente a toda la clase?

—No sé de qué me hablas, —conteste rápido intentando controlar mi sonrojo.

—Vamos por favor, —se quejo Jolie. —A nosotras nos lo puedes contar.

—No hay nada que contar.

—Gabri, en serio, — los ojos de Tatiana me atravesaban. —No se lo vamos a decir a nadie.

Por un momento estuve tentada a contárselo todo. Pero es que no sabía bien que contar.

¿Qué les digo? Que da la casualidad de que el único hombre que me pone es mi vecino además es algo así como mi maestro. Que planeaba tirármelo esta tarde. Al final si tenia algo que decir pero mejor me callaba. Siempre podía desahogarme con Paula que ya lo sabía casi todo, o con Sonia y Azahara.

Tras esquivar el interrogatorio de mis compañeras, nos dedicamos la mayor parte de la mañana a avanzar trabajos y poneros al día con los avances y la practicas.
 Llegue al piso cansadísima. Me eche una siesta que parecía un coma y después comí. No solía saltarme la comida de esa forma, pero estaba molida.  Eran ya las siete de la tarde cuando termine de fregar y organizar mi cuarto.

No fue hasta que escuche la puerta del vecino cuando me acordé “Esta tarde voy a tu casa”.

Al parecer la frase si se me podía olvidar.

Me metí a la ducha corriendo.

—Paula me voy a duchar, — avisé.

—Vale, yo ahora me voy con unos amigos. Cuando salgas no estaré.

—Vale, — ¿sabrá algo?

Me desnude y abrí el grifo. Por suerte ya estaba depilada de los sitios que tenía que estar, por lo que no tardaría mucho. El hecho de que no hubiese venido antes me tenia inquieta, ¿Le habrá pasado algo? ¿Se habrá olvidado?

La puerta del baño se abrió. Paula se había vuelto a olvidar de algo.

 Escuche como se cerraba al instante. Lo que no esperaba para nada era ver a Adair desnudo metiéndose en la ducha conmigo.

—¿Qué haces? ¡Sal de aquí! — intente taparme con la cortina.

—Me voy a duchar contigo, —dijo pícaro. —He venido cansado del trabajo. ¿Te apetece frotarme la espalda?

—Sal de aquí. Ainss por dios, —me tape la cara con las manos.

—Paula no sabe que estoy aquí, —susurro acercándose.

—Qué, —lo miré mal. —¿Ahora traspasas paredes?

—No, pero va a salir con mi hermano y cuando me he enterado de que estabas duchándote no he podido evitar entrar.

Se acercó a mi sonriente. Yo mientras luchaba con la cortina para taparme. Levante el pie y lo puse contra su estomago. Se sentía suave.

—¡No te muevas!, ¿y tu ropa? —mire fuera.

—Me he tomado la libertad de meterla en el canasto, — contestó como si nada. Estaba muy nerviosa.

— ¿Sabes? No tienes por qué informar a tu hermano de cada vez que nos vemos. Tampoco le interesa a Paula. —No quiero perjudicarte si alguien se entera de que eres mi maestro, pensé.

—Héctor no va a decir nada y Paula no lo sabe.

—No estoy segu…

—Gabri, entro un momento que se me olvida el rímel.

Mire a Adair, no me lo podía creer. ¿Qué le pasaba a Paula? ¿Por qué tenía que entrar siempre cuando estaba a solas con él?

Solté la cortina de ducha y la corrí para que abarcara toda la bañera. Agarre a Adair del pelo, ignorando sus quejas y prácticamente lo obligué a tumbarse en la bañera.

La corina era fina y se trasparentaba toda la silueta. No quería arriesgarme a que Paula lo viera.
Paula entro como un terremoto. Antes de que Adair protestara dirigí el chorro de la manguera a su cara obligándolo a callarse.

Paula comenzó a hablar, mientras Adair luchaba por huir del chorro de agua para no ahogarse. Sinceramente no le estaba haciendo caso a Paula.

Aparte el chorro de la cara de llena de muecas de Adair. Lo mire suplicándole que se callase. Milagrosamente me hizo caso.

—… hora llegare. No cierres con llave la puerta. Por cierto…— La mano de Adair me distrajo del parloteo de Paula.

Miré hacia abajo. Estaba gloriosamente desnudo, y muy contento de verme. No sabía que su alegría pudiera ser tan grande. Lo tenía demasiado cerca.

Su mano subió acariciando mi pierna. Sentándose un poco, me agarró sutilmente del culo obligándome a dar un paso hacia el.

—… ¿vale Gabri?. — Sus dos manos abarcaban mi trasero, masajeándolo y acercándome más a él. No podía dejar de mirarlo. Sentía un cosquilleo alucinante por todo mi cuerpo.

—¿Gabri? — di un pequeño salto por la sorpresa cuando escuche a Paula. Adair acercó su nariz a mi sexo, apoyando su frente bajo mi ombligo. Mis manos fueron instintivamente a su cabeza. Trague fuerte mientras el inhalaba mi olor.

—¡Muchacha!, — se quejó Paula.

—Que sí, que sí. No te preocupes, — contestes como pude. Todo mi interior se estaba fundiendo.
—Pues me voy, —y escuche el portazo.

Todo se volvió locura. Adair me cogió la pierna y la puso sobre su hombro. Apoyé las manos en la pared de enfrente. Ni siquiera pude sentir vergüenza por el gemido que deje escapar. Era lo mejor había sentido en mi vida.

La lengua de Adair toco mi clítoris haciéndome perder la cabeza. Lamió, beso y mordisqueó todo a su paso. Sentí su lengua tentando mi entrada, la sensación era devastadora.

Con una mano en su pelo y la otra en la pared para no caerme, balanceé la cadera. No sabía que se pudiera sentir tanto.

Con los pulgares, abrió los labios de mi sexo dando lentos y constantes lametones. Las piernas me temblaban. Estaba a punto de llegar a algo, a algo grande. La manguera de la ducha quedo olvidada en algún lugar en el suelo de la bañera. Mi respiración se atasco cuando introdujo un dedo en mi interior, y ya no pude más. Todo se volvió borroso, todo placer.

—¡¡Aaah!!

Me corrí, duro y fuerte contra él. Ni siquiera estaba segura de si podría volver a tenerme en pie. Toda yo me sentía gelatina.

Supe con toda seguridad que necesitaba volver a sentir algo así, tan bueno que me hacía perder la cabeza. Pero esta vez quería que el también lo sintiera.

Los rápidos latidos de mi corazón resonaban por todo mi cuerpo. Mis pechos se sentían pesados y sensibles. Estaba medio mareada.

No supe muy bien como llegue a mi cama. Cuando abrí lo ojos me encontré directamente con los de Adair, que con la mirada encendida, y colocándose encima de mi, dijo;


—Ahora vas a ser mía.




Hola¡¡ Lo siento por haber tardado tanto en subir capítulo¡ me fue prácticamente imposible escribir antes¡ 
La cosa entre Adair y Gabriela esta muy interesante... y lo que queda¡ 

Espero que os haya gustado¡ 

Bss (L)

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