jueves, 12 de marzo de 2015

Capítulo 3. (Esto no tiene nombre) (+18)

3.
Agarré a Mercedes del brazo antes de que se fuera.

   ¿Tu ayudante no era una chica? — pregunté. Mi voz más aguda de lo que pretendía.

   Lola tiene un embarazo de alto riesgo. No la veras por aquí en un tiempo, — se limito a responder. Y me dejó sola con él.

No sabía si sentirme agradecida o acojonada.

   Vamos a empezar, — me dijo.

Lentamente me fue explicando la presión y la técnica que se requería.  De manera muy profesional. Era más cómodo (y práctico) hacer prácticas con personas reales que con muertos la verdad, pero ¿tenía que ser con él?  

El calor de su mano inundaba todo mi cuerpo. Mi reacción por su contacto era exagerada. Todo mi ser respondía a él. Tenía unas manos fuertes y callosas. Y con sus pulgares realizaba círculos alrededor de mis tríceps. Era la mejor sensación que había experimentado en años.

    Disimula un poco leona, o me vas a obligar a tomar cartas en el asunto, — dijo junto a mi oído.
    ¿Qué? — pregunté desconcertada.

   Tu respiración pequeña, — susurró. — Me la está poniendo dura.

Me ruboricé mas todavía de lo que ya estaba. Lejos de desagradarme, su lenguaje me gustó. No maquillaba las palabras. Y por alguna razón que no terminaba de entender me calentaba más.
 Sabia por mis experiencias, que su toque me estaba excitando, pero no pensé que fuera tan obvio. Notaba los pechos pesados y un revoloteo en la parte inferior de mi vientre que me impedía concentrarme en cualquier cosa que no fueran sus manos.

Levante la cara para mirarlo a los ojos y negarlo todo. No era demasiado buena escondiendo mis emociones. Lo que vi me encendió todavía más. Su cara estaba a centímetros de la mía. Sus ojos eran dos canicas negras que apuntaban a los míos desnudándome el alma. Quería besarlo y estaba dispuesta a matar a quien interrumpiera este momento.

   Cambio de pareja, — gritó Mercedes. Estaba dispuesta a matar a todos menos a la profesora.

Me separe rápidamente de él y bajé de la camilla, totalmente sonrojada dándole la espalda a toda la clase. Inspiré profundamente empeorando más la situación. No sabía si era colonia o su olor personal pero era como una droga para mí. Adair, me convertía en una hormona andante.

   Te toca leona, —dijo subiendo a la camilla y quitándose la sudadera.

El destino, el Karma o lo que fuera me tenía que odiar, mucho.

Me di la vuelta para ver a todas mis compañeras de clase e incluso algunos compañeros comerse con los ojos a Adair.  Jolie y Tatiana lo miraban con autentica adoración y no era para menos. Yo sabía lo que escondía debajo de esa camiseta de tirantes blanca.

No pude evitar darle un repaso y fijarme en su bíceps. Yo lo iba tocar, a darle un masaje en breve, y no solo eso. Si la asignatura continuaba así tendría que tocarlo por otras partes.
Ese pensamiento alocó mi cabeza y mi cuerpo.

   Venga, no tengo todo el día. — ¿Estaría el igual de impaciente que yo por tocarlo? Decidí comportarme como una chica normal.

   ¿Cómo es que estas trabajando aquí? — pregunté.
  
   Me gradué hace dos años y la profesora Alarcón me conoce, —señaló a la profesora. — De vez en cuando ayudo con las clases.

Algo no terminaba de convencerme.
   ¿Cuántos años tienes?

   Veintisiete. Y no, no repetí ningún curso. Estaba demasiado ocupado trabajando con mi padre para poder dedicarme a lo que de verdad quería.


    ¿Y ser fisio era tu sueño?

   Si, — se limitó a responder.

Yo continuaba dándole vueltas a lo que había dicho. Tenía pinta de malote, por lo que, lo más seguro, a su padre le costó bastante ponerlo a trabajar. Por otra parte para pagarse la carrera hacia falta bastante dinero.
Levante las manos vacilantes hacia su brazo y comencé el masaje. Lo sentía cálido y natural bajo mis manos. Podría tocarlo por horas y no cansarme nunca.

   Es extraño…— susurró.

   ¿Qué?

   Nada, sigue. Y haz más presión en la parte interior.

Intenté concentrarme y hacerlo todo lo bien que podía, a pesar de todo lo que él me distraía.
Sus brazos eran perfectos. Morenos y bien esculpidos. Se notaban las horas de gimnasio. Notaba un cosquilleo por los dedos cada vez que lo acariciaba. Los ojos se me fueron otra vez al tatuaje. Inconscientemente le pase el pulgar por encima. Inspiró bruscamente.

   Leona…—dijo en tono de advertencia.

   Me llamo Gabriela. Pero me dicen Ela o Gabri.


   Pues yo te voy a llamar Gabriela, o leona,…— Otra vez volvimos a acercarnos poco a poco.
Mis labios hormigueaban por los suyos. Se veían tan suaves y apetecibles que no podía mirar otra cosa. Colocó su mano en mi cara, acariciándome la mejilla con el pulgar. El calor y la excitación llenaban mi cuerpo.

   Tus amigas nos están mirando, — sus labios se movían prácticamente encima de los míos. — Aprieta más fuerte.

Al principio no lo entendía, pero después asentí con la cabeza absorta ahora en sus ojos. Presioné más fuerte.
   ¿Así de fuerte? — pregunté.

   Mas, — me contestó en un susurro que parecía un pecado. Apreté más fuerte con las dos manos su bíceps.

   ¿Lo notas? — preguntó. No sé si refiriéndose al musculo, o a nuestra extraña conexión. Una fina capa de sudor comenzó a aflorar por su nuca. Asentí. Yo tenía la piel de gallina y un calentón que no era ni normal.

Apretó el brazo sacando musculo. Era impresionante fuerte y robusto. Duro por donde tocaba. Me gustaba mucho.

   ¿Esta duro? — musitó. Asentí lentamente mirándolo a los ojos. Y apreté con fuerza.  —Pues así me tienes. — Adair señaló la sudadera que descansaba encima de su entrepierna. Inspiré bruscamente al mismo tiempo que lo entendía todo.

Tragué fuerte, notando como me deshacía por dentro. Yo había excitado a un hombre tan descaradamente sexual, y guapo. No podía creérmelo.

   Por hoy ya. La semana que viene piernas, así que estar listos. Mirar la web y con los apuntes y empezar el trabajo. El lunes que viene la clase será teórica. El miércoles os espero aquí.
La gente comenzó a levantarse, haciendo ruido y rompiendo el hechizo. Lo solté como si quemara.

   Tener en cuenta la fecha de entrega del trabajo. Este es individual. —Volvió a gritar la profesora.

Adair salió corriendo por la parte de atrás de la clase sin despedirse ni nada.
Yo me quedé apoyada en la camilla mirándolo irse. Mirando sus anchas espalda y para que mentir, su culo.


 Era definitivo. Me provocaba a niveles que se escapaban de mi entendimiento.  Adair estaba rompiendo mis esquemas. 


Hola¡¡ espero que os haya gustado¡ :) comentar¡¡  (L)

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