3.
Agarré a Mercedes del brazo antes de que se fuera.
— ¿Tu
ayudante no era una chica? — pregunté. Mi voz más aguda de lo que pretendía.
— Lola
tiene un embarazo de alto riesgo. No la veras por aquí en un tiempo, — se
limito a responder. Y me dejó sola con él.
No sabía si sentirme agradecida o acojonada.
— Vamos
a empezar, — me dijo.
Lentamente me fue explicando la presión y la técnica
que se requería. De manera muy
profesional. Era más cómodo (y práctico) hacer prácticas con personas reales
que con muertos la verdad, pero ¿tenía que ser con él?
El calor de su mano inundaba todo mi cuerpo. Mi
reacción por su contacto era exagerada. Todo mi ser respondía a él. Tenía unas
manos fuertes y callosas. Y con sus pulgares realizaba círculos alrededor de
mis tríceps. Era la mejor sensación que había experimentado en años.
— Disimula un poco leona, o me vas a obligar a
tomar cartas en el asunto, — dijo junto a mi oído.
— ¿Qué? — pregunté desconcertada.
— Tu
respiración pequeña, — susurró. — Me la está poniendo dura.
Me ruboricé mas todavía de lo que ya estaba. Lejos
de desagradarme, su lenguaje me gustó. No maquillaba las palabras. Y por alguna
razón que no terminaba de entender me calentaba más.
Sabia por mis
experiencias, que su toque me estaba excitando, pero no pensé que fuera tan
obvio. Notaba los pechos pesados y un revoloteo en la parte inferior de mi
vientre que me impedía concentrarme en cualquier cosa que no fueran sus manos.
Levante la cara para mirarlo a los ojos y negarlo
todo. No era demasiado buena escondiendo mis emociones. Lo que vi me encendió
todavía más. Su cara estaba a centímetros de la mía. Sus ojos eran dos canicas
negras que apuntaban a los míos desnudándome el alma. Quería besarlo y estaba
dispuesta a matar a quien interrumpiera este momento.
— Cambio
de pareja, — gritó Mercedes. Estaba dispuesta a matar a todos menos a la
profesora.
Me separe rápidamente de él y bajé de la camilla,
totalmente sonrojada dándole la espalda a toda la clase. Inspiré profundamente empeorando
más la situación. No sabía si era colonia o su olor personal pero era como una
droga para mí. Adair, me convertía en una hormona andante.
— Te
toca leona, —dijo subiendo a la camilla y quitándose la sudadera.
El destino, el Karma o lo que fuera me tenía que
odiar, mucho.
Me di la vuelta para ver a todas mis compañeras de
clase e incluso algunos compañeros comerse con los ojos a Adair. Jolie y Tatiana lo miraban con autentica
adoración y no era para menos. Yo sabía lo que escondía debajo de esa camiseta
de tirantes blanca.
No pude evitar darle un repaso y fijarme en su
bíceps. Yo lo iba tocar, a darle un masaje en breve, y no solo eso. Si la
asignatura continuaba así tendría que tocarlo por otras partes.
Ese pensamiento alocó mi cabeza y mi cuerpo.
— Venga,
no tengo todo el día. — ¿Estaría el igual de impaciente que yo por tocarlo?
Decidí comportarme como una chica normal.
— ¿Cómo
es que estas trabajando aquí? — pregunté.
— Me
gradué hace dos años y la profesora Alarcón me conoce, —señaló a la profesora. —
De vez en cuando ayudo con las clases.
Algo no terminaba de convencerme.
— ¿Cuántos
años tienes?
— Veintisiete.
Y no, no repetí ningún curso. Estaba demasiado ocupado trabajando con mi padre
para poder dedicarme a lo que de verdad quería.
— ¿Y ser fisio era tu sueño?
— Si,
— se limitó a responder.
Yo continuaba dándole vueltas a lo que había dicho.
Tenía pinta de malote, por lo que, lo más seguro, a su padre le costó bastante
ponerlo a trabajar. Por otra parte para pagarse la carrera hacia falta bastante
dinero.
Levante las manos vacilantes hacia su brazo y
comencé el masaje. Lo sentía cálido y natural bajo mis manos. Podría tocarlo
por horas y no cansarme nunca.
— Es
extraño…— susurró.
— ¿Qué?
— Nada,
sigue. Y haz más presión en la parte interior.
Intenté concentrarme y hacerlo todo lo bien que
podía, a pesar de todo lo que él me distraía.
Sus brazos eran perfectos. Morenos y bien
esculpidos. Se notaban las horas de gimnasio. Notaba un cosquilleo por los
dedos cada vez que lo acariciaba. Los ojos se me fueron otra vez al tatuaje.
Inconscientemente le pase el pulgar por encima. Inspiró bruscamente.
— Leona…—dijo
en tono de advertencia.
— Me
llamo Gabriela. Pero me dicen Ela o Gabri.
— Pues
yo te voy a llamar Gabriela, o leona,…— Otra vez volvimos a acercarnos poco a
poco.
Mis labios hormigueaban por los suyos. Se veían tan
suaves y apetecibles que no podía mirar otra cosa. Colocó su mano en mi cara,
acariciándome la mejilla con el pulgar. El calor y la excitación llenaban mi
cuerpo.
— Tus
amigas nos están mirando, — sus labios se movían prácticamente encima de los
míos. — Aprieta más fuerte.
Al principio no lo entendía, pero después asentí con
la cabeza absorta ahora en sus ojos. Presioné más fuerte.
— ¿Así
de fuerte? — pregunté.
— Mas,
— me contestó en un susurro que parecía un pecado. Apreté más fuerte con las
dos manos su bíceps.
— ¿Lo
notas? — preguntó. No sé si refiriéndose al musculo, o a nuestra extraña
conexión. Una fina capa de sudor comenzó a aflorar por su nuca. Asentí. Yo tenía
la piel de gallina y un calentón que no era ni normal.
Apretó el brazo sacando musculo. Era impresionante fuerte
y robusto. Duro por donde tocaba. Me gustaba mucho.
— ¿Esta
duro? — musitó. Asentí lentamente mirándolo a los ojos. Y apreté con fuerza. —Pues así me tienes. — Adair señaló la
sudadera que descansaba encima de su entrepierna. Inspiré bruscamente al mismo
tiempo que lo entendía todo.
Tragué fuerte, notando como me deshacía por dentro.
Yo había excitado a un hombre tan descaradamente sexual, y guapo. No podía
creérmelo.
— Por
hoy ya. La semana que viene piernas, así que estar listos. Mirar la web y con
los apuntes y empezar el trabajo. El lunes que viene la clase será teórica. El
miércoles os espero aquí.
La gente comenzó a
levantarse, haciendo ruido y rompiendo el hechizo. Lo solté como si quemara.
— Tener
en cuenta la fecha de entrega del trabajo. Este es individual. —Volvió a gritar
la profesora.
Adair salió corriendo por la parte de atrás de la
clase sin despedirse ni nada.
Yo me quedé apoyada en la camilla mirándolo irse. Mirando
sus anchas espalda y para que mentir, su culo.
Era
definitivo. Me provocaba a niveles que se escapaban de mi entendimiento. Adair estaba rompiendo mis esquemas.
Hola¡¡ espero que os haya gustado¡ :) comentar¡¡ (L)
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