jueves, 16 de julio de 2015

Capítulo 8. (Como esquivar al amor)

8.

La tensión se puede cortar con un cuchillo. Tiago nos mira a Damián y a mí furioso, menuda bronca nos va a caer. Damián apaga el cigarro, Tiago entra en la cocina.

—Sentaos, — gruñe. Joder está muy cabreado. Damián habla.

—Se que el tabac…

— ¿Has besado a Ina? — ¿Cómo? Damián se tensa a mi lado. A mí se me va a salir el corazón del pecho. Esto no me lo esperaba.

—¿Qué? — Damián esta tan confuso como yo. Pensábamos que nos iba a renegar por fumar y ahora pregunta esto.

—Te acabo de ver pasándole el humo, ¿os habéis besado?

El aire se atasca en mis pulmones, esto es malo. ¿Qué pasará si se entera de que dormimos juntos? ¿Podríamos llegar a destruir la relación de Tiago y mi madre? El solo pensamiento me revuelve el estomago. No quiero perjudicar a mi madre. Nunca más.

— No nos hemos besado, — dice Damián apretando los puños. No hoy, el pensamiento se cruza por mi mente.

— No creo que lo entendáis. Sé que sois jóvenes, guapos y es normal que sintáis atracción en uno por el otro, pero no podéis estar juntos, va a salir mal.

— Papa…— la voz de Damián tiene un toque amenazante.

— Escuchadme. Sé que esta situación es difícil para los dos. Vivir con gente nueva, adaptarse a otra rutina, lo sé. Pero Isabel y yo nos queremos, soy feliz con ella y una relación como la vuestra podría destruir nuestra felicidad.

— No pretendemos ser un problema, — intervengo. No puedo quedarme callada. Sé que la situación es muy difícil, no quiero ver a mi mama sufrir otra vez.

— Ya lo sé. Pero pensar; dentro de un año Ina te irás a la universidad y por lo que he escuchado te irás lejos. — Me sonrojo. — Y tú Damián quieres ser acróbata de motocross, eso te llevara a ciudades y sitios muy lejos de aquí. Podéis jugar a los enamorados ahora, pero el futuro no está de vuestra parte. Lo que podáis sentir ahora es un capricho…

— ¿y tú que sabes?, — replica Damián. — ¿Acaso sabes cómo me siento respecto a ella o lo que siente ella por mí?

—Sé, que sois adolescente y tenéis las hormonas por las nubes. Si queréis jugar a los enamorados, tener en cuenta que el final no puede ser bueno. — Tiago se levanta y va hacia la puerta. — Alguno de los dos va a salir herido y te conozco Damián. No pienso dejar que arruinéis nuestra relación. Tu madre ha sufrido mucho Ina y yo también. No es tan difícil pediros consideración y madurez. Por favor tenerlo en cuenta.

Damián y yo estamos totalmente en shock. Nunca me he sentido peor en toda mi vida. Estoy a punto de llorar.

— Y por favor, fumar en la calle. Cada vez que me levanto la cocina huele a tabaco.
Y así, sin más Tiago se va. Dejándome desconcertada y sintiéndome como una mierda. No quiero ser un problema para ellos.

Se me escapa una lágrima que pronto me seco. Miro a Damián, que está sumido en sus pensamientos. Me levanto de la silla. Es hora de que me vaya a dormir, aunque no creo que sea posible, no con todo lo de esta noche.

—Bueno ya está todo dicho, — digo saliendo de la cocina.

— No creo…— susurra Damián.

Una vez llego a mi cuarto me derrumbo. Todavía no le he dicho a mi madre lo de Ricardo y no creo que se lo vaya a decir, y ahora se suma esto.

Me siento fatal, no es algo que yo no supiera ya, pero oírlo tan directamente de la boca de Tiago me ha dolido más de lo que pensaba. Estamos condenados al fracaso, lo sabía, lo sé y me duele.

No dormir en toda la noche no ayuda mucho, sobre todo si tu madre te levanta a las 9 para limpiar la casa y hacer la compra.

Tiago todavía actúa raro. Ahora Nos presta más atención a los dos. Como Damián siempre me ignora la situación se esta haciendo as fácil.

Por la noche salgo de fiesta, bebo y me emborracho junto con mis amigos. De vez en cuando noto como Darryn se acerca mucho a Mila, ¿le gustara?

Estoy en medio de la pista de baile, lo suficientemente consciente como para saber que no debo beber más, que así estoy bien. Pero por alguna razón me apetece seguir y seguir. Intento serenarme sé que no debo.

Entre risas y bailes tontos va pasando la noche. Los primeros en irse son Enzo y Franjo.
Me gustaría irme con ellos, pero sé que necesitan intimidad y no quiero ser una sujeta-velas.

—No te preocupes, yo te acompaño a casa, — me dice Julen.

Asiento y sonrío, la verdad es que es muy mono. Bailo con muy pegada a él, porque es una bachata y noto que cada vez me gusta más. Me sonrojo, estoy muy ceca de su cara.

Al final decido beberme otra copa, sé que me voy a arrepentir mañana, pero la necesito.
Cojo a Mila que lo está dando todo en la pista de baile, y la saco fuera para fumar.

—Tia, tu no pierdes el tiempo, tienes a Julen comiendo de tu mano.

—Que va, — me sonrojo.-Baila muy bien.

—Esta apuntado a clases de salsa y bachata, baila de muerte. — Me rio, ahora todo tiene sentido.
—Mira quien está por aquí.

Reconozco esa voz, es el chico al que pegué el otro día, el alto y pálido que quería aprovecharse de mí. Miro a Mila de reojo, que lo está examinando de arriba abajo.

Como no sé muy bien qué hacer y e ha puesto nerviosa, tiro el cigarro al suelo y empujo a Mila dentro de la discoteca, pero ella se queda donde está.

—No he acabado, — me dice enseñándome el cigarro. Le doy una mirada.

—Ella tampoco ha acabado, — dice el chico. — Ahora estas sola, no veo a Damián por aquí y mis colegas tampoco están. Vas a pagar por lo del otro día.

—¡JA!, si tienes huevos acércate, — dice Mila. La madre que le pario, está loca.

—Esto no va contigo, mona.

—Mira nene, para empezar no soy una mona así que no me llames eso, y para seguir, Ina es mi amiga y tengo que partirte la cara para defenderla lo haré.

—¿Tu, partirme la cara a mí? — se mofa.

Mila da un paso adelante y yo la detengo.

—Vámonos, no quiero problemas, — le digo.

Entonces el chico me coge, — No te vas a ir a ninguna parte.

De repente todo se vuelve caos. Yo forcejeo para soltarme, Mila le quema el brazo con el cigarro y entre las dos lo tiramos al suelo. Aparecen entonces un montón de amigos suyos. Intentamos huir pero no nos dejan, estamos rodeadas por tres mastodontes mientras otros dos lo ayudan a levantarse.

—¿Qué problemas tenéis?, — nos grita uno. Estos no son los del otro día.  

—¿Qué problema tenéis vosotros?, — grita Mila.

Veo a Darryn y Julen salir de la disco y dirigirse aquí. Le doy una mirada a ambos, Darryn se ríe y asiente. A mí esto no me hace ni pizca de gracia. Estamos acorraladas contra una pared. Estamos jodidas.

— ¡UN BICHO! — grita Mila, ¿Qué dice? — ¡Joder un bicho! — Me coge de la mano y va dando saltitos asustada hasta que consigue abrirse paso entre los matones.

—¿¡Que bicho!?, — grita uno también asustado. Mila se abre paso entre desde los chicos y señala el suelo.

—¡Ese!, ¿no lo veis? Que miedo.

—No veo nada, — dice uno.

Estoy tentada a asomarme, cuando Mila tira de mi mano.

—¡Corre!, —me ordena.

—¡Eh¡, venid aquí, cabronas.

—Se escapan imbéciles, — grita el chico pálido.

Corremos como descosidas.

—¡Darryn!, — grita Mila.

—Ina nos vemos en tu casa, correr. — Dice Julen.

—¿Pero…?— quiero protestar. No tienen por qué pelearse por mi culpa.

—Tranquila, saben defenderse, —asegura Mila.

Corremos como locas por las calles. EL alcohol hace mella en mí y cada vez me cuesta más correr. Además estoy fatigada. Como digan de perseguirnos a mi me atrapan fijo. Ya sabía yo que la última copa me iba a salir cara.

Miro hacia la pelea y veo que Darryn ha tumbado a los tres chicos en el suelo y sonríe como un niño. Julen esta en el suelo con otro tio encima, ¡oh, no, Julen!

Llego a mi casa medio muerta, se me va a salir el corazón del pecho. Mila y yo entramos en silencio.

—Que casa tan bonita, — le doy una mueca.

—No es mía.

—¿No?, —Mila me mira extrañada.

—Otro día te cuento.

Subimos a mi cuarto y cierro la puerta. Bebo agua respiro profundamente y nos sentamos en mi cama. La miro.

—¿Un bicho? — Comenzamos a reírnos, demasiado alto para las horas que son.

—No se me ha ocurrido otra cosa, — dice secándose las lágrimas. — Tienes que reconocer que ha sido buenísimo.

—Solo tú podrías quitarte a tres tios de encima con semejante escusa.

Nos tumbamos en la cama, sienta bien reír tanto, a pesar del mareo que tengo.

—Te puedo hacer una pregunta, — Mila rompe el silencio. Asiento con la cabeza.

—¿Tu y Damián…? — hago una mueca. No sé si contárselo, teniendo en cuenta lo que dirá Damián. Pero Mila se ha convertido oficialmente en una de mis mejores amigas y no veo por qué ocultárselo. Tomo aire.

—Es mi hermanastro… no de sangre ni nada de eso. Mi madre y su padre están juntos. Esta es su casa.

—¿Vives con Damián? — está claro que no se lo esperaba.

—Así es. Si lo quieres ver, su cuarto es el que está al lado, — resoplo. 

—Madre mía, esto sí que es una sorpresa.

—No se lo…

—No te preocupes, esto es secreto de sumario, — giña el ojo.

Un mensaje interrumpe nuestra charla, es Darryn.

Bajamos rápidamente, al abrir la puerta nos encontramos a Julen y Darryn subidos en la enorme moto de marchas de Darryn.

—Julen, — susurro. Está lleno de moratones y le sangra el labio. Voy corriendo a ayudarlo.

—¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes.

—Ven dentro, voy a curarte el labio.

Julen asiente y me coge de la mano.

—Yo voy a llevar a Mila a su casa y ahora vengo a por ti, Julen.

—No hace fala, — dice Julen. — Puedo ir andando, además, son las seis y media, los autobuses empiezan a pasar a las siete.

—El tiempo justo para que te cure, — le sonrío y me devuelve la sonrisa (con un gesto de dolor). Soy consciente de que todavía me sostiene la mano.

—Pues ya está, Mila monta, —dice Darryn.

Pero Mila está muy nerviosa, mira la moto con miedo y después a Darryn sonrojándose.

—¿Todavía te dan miedo las motos?, — se burla Darryn,  y Mila se sonroja mas.

—Por supuesto que no, — responde altanera. — Pero tendrás que dejarme en la esquina del edificio. Si mi madre me ve montada en la moto me mata.

—Tu madre me conoce lo suficiente como para saber que no voy a dejarte caer de mi moto.

—Ese no es…

—¿Tu madre? — pregunto.

—Somos vecinos de toda la vida, — responde Darryn riéndose. — Prácticamente me he criado con la mocosa esta, — añade cogiéndola de la barbilla.

Mila lo golpea y se sube a la parte de atrás de la moto. Parece que le va a dar algo. No sabe muy bien donde colocar las manos y le tiemplan hasta las piernas.

Darryn sin delicadeza ninguna, la coge de los brazos y la apega a él, obligándola a abrazarlo. En serio, nunca he visto a nadie ruborizarse tanto.

—Nos vamos, — dice Darryn ajeno a todo. ¿No se da cuenta de que Mila está loquita por él?, Hay que ver los chicos…

Ellos se alejan, mientras Julen y yo entramos en silencio. Lo llevo a mi cuarto y cojo el botiquín.
Le curo el labio y la ceja, que al parecer tampoco está muy bien.

—Lo siento mucho, — le digo apenada.

—No pasa nada, — me acaricia la cara.

—¿Que van a pensar tus padres cuando te vean así?

—Ellos están de viaje y si tengo suerte, esto se irá en una semana. — Le toco el moratón de la ceja. Julen me sujeta la cara y me besa. No sé muy bien cómo reaccionar, si devolverle el beso o no. Sé que no debería. Que probablemente me arrepienta, pero vale más, arrepentirse por algo que has hecho, que por algo que querías hacer y no hiciste.

Ese repentino pensamiento me recuerda a Damián, y lo aparto.

Le sonrió como puedo.

—Lo siento, —dice muy apenado.

—No pasa nada.

Tomo una respiración y me tumbo en la cama. Julen se tumba a mi lado.
Voy rememorando todo lo que ha ocurrido en la noche, menuda noche, y poco a poco me voy quedando dormida.

—Ve pidiendo cita para el médico, — escucho decir a  mi madre, ¿Qué?

Abro los ojos y la veo, ¿porque tiene cara de querer matarme? Alguien se levanta mi lado. JULEN
—Lo siento señora, yo…

—No pasa nada. ¿Si me dejas hablar con mi hija...?, — mi madre lo despacha pronto. Tiago me mira sorprendido desde la puerta. Bien, va a pensar horrible de mí.

Miro a Julen pidiéndole perdón, y él, lo mismo a mí.

—¿Cómo te llamas?, — pregunta Tiago.

—Julen, — un golpe sordo suena en la pared de al lado. Todos nos quedamos mirándola, Damián.

—Te acompaño abajo, — Tiago se lleva a Julen.

Media hora después, estoy con un castigo de por vida, no puedo ni asomarme a la ventana de mi cuarto y madre me ha dado una charla de cómo se pone un preservativo, horrible, horrible he incomodo.

Me ducho y me preparo para hacer los deberes, estoy cansadísima, pero por lo menos debo intentarlo.
Hablo con Julen por Whatsapp y dejamos medio zanjado el tema. Fuel un descuido por parte de los dos. Además, que no paso nada más que un simple beso. Por favor si estábamos hasta con la ropa de fiesta puesta.

La puerta de mi cuarto se abre de manera brusca, y Damián entra hecho un toro.

—¿Qué haces…?

—El único que puede dormir en tu cama soy yo te enteras, — me arrincona contra el escritorio. — Y al próximo gilipollas que se te acerque, se lo voy a explicar.

Y dicho esto me besa.



Holaa¡¡ espero que os guste¡¡ Cuanta tensión XD
Bss (L)
@ librosescenas

jueves, 9 de julio de 2015

Capítulo 7 (Como esquivar al amor)

Holaaa¡¡¡ soy yo otra vez XD Lo siento muchisisisimo por haber tardado tanto en subir capitulo. He estado con los exámenes liada sorry¡
Bueno, a parir de ahora intentare subir capitulo todas las semanas.
Espero que os guste¡ Muchas gracias por leerlo¡ :D 


7.

Estoy a dos segundo de dormirme en clase, el maestro de historia no para de hablar… si sigue así me dormiré enseguida

—Ina, despierta, — me zarandea Enzo.

Intento mantener mis ojos abiertos pero pesan demasiado. Ha pasado una semana desde que me quedé sola con Damián y dormí con él. Desde ese fin de semana no consigo dormir bien, y para colmo de males creo que tengo fiebre.

El timbre suena. Nos toca recreo, intento levantarme pero fallo y me caigo.

— ¡Ina! — Enzo me sujeta contra él. Lo veo todo borroso todo me da vueltas.

—Hay que llevarla a la enfermería, se ve muy mal, — dice algún compañero.

—Dámela, — conozco ese tono de voz. Es Damián el mismo que no me ha hablado en toda la semana que me ha ignorado y que ni siquiera se ha preocupado por mi estos días en los que comenzaba a encontrarme mal.

La voz de mi madre resuena en mi cabeza. Esta mañana apenas tenía 37 de calentura, ahora creo que tengo el doble.

Noto a Damián intentando cogerme. No quiero que me toque.

—No, — murmuro y me cojo a Enzo. —No quiero que me toque. Es malo, — balbuceo.

No sé lo que digo y tengo que luchar por mantenerme despierta y de pie.

Noto como Damián me coge, me levanta contra él como si fuera una princesa. Suspiro. Quiero volver a dormir con él.

Noto su calor en mi cuerpo, oigo murmullos a lo lejos. Pero yo ya me he ido.

Abro los ojos y me encuentro en mi cuarto. ¿Cómo he llegado aquí? A mi lado esta mi madre leyendo un libro. La miro y bostezo, ella me sonríe.

—¿Ya estas despierta?

—Sí, ¿Cómo he llegado aquí?

—Te desmayaste en el instituto, suerte que Damián y Enzo te cogieron.

—No recuerdo nada, — frunzo el ceño, ¿Cómo habrá pasado?

—Voy a traerte una sopa, al parecer has pillado un virus y por eso te ha subido la fiebre.

—Gracias.

Mi madre sale del cuarto. Yo me giro a por el móvil y comienzo a ver los miles de mensajes. Compañeros de clase y amigos que me preguntan que como estoy. Todo es normal menos un mensaje, el de Enzo.

<La que has liado….>

Le contesto rápidamente.

<Porque?

<Pregúntale a Damián

<Te los estoy preguntando a ti, suelta.

<Es un tema delicado

<Enzo ¬¬

<Quiero volver a acostarme contigo

<Que?

<Que

<Que dices??

<Lo que le dijiste a Damián segundos antes de desmayarte.

Se me acelera el corazón me quedo sin aire en los pulmones. No puede ser.

<Ains dios¡¡ lo escucho alguien?- pregunto desesperada, lo que me faltaba Su respuesta no ayuda mucho.

<Toda la clase.

Dejo el móvil a un lado y  me tapo la cara. Tierra trágame. Menudo cabreo tiene que tener. Ahora sí que no voy a poder mirarlo a la cara.

Intento levantarme de la cama, necesito ir al baño. Llego a la puerta de mi cuarto y al salir me mareo, intento sujetarme al marco de la puerta pero fallo.

—¡Ina! — grita mi madre y me coge al vuelo.

—Estoy bien. Solo es un pequeño mareo.

Nos levantamos, pero a mí se me mueve el cielo la tierra y todo el universo. Mi madre me sujeta fuertemente contra ella.

—¡Damián, ven corre! — grita mi madre.

No, que Damián no corra, me muero de vergüenza, todavía no estoy preparada para enfrentarme a él. Me apoyo en el marco de la puerta del baño y entro a trompicones.

—Mama estoy bien, no te preocupes. Necesito una ducha, — balbuceo. No me siento bien, para nada.
Llego hasta la bañera, estoy cansadísima. Mi madre preocupadísima me sigue sujetando, al tiempo que toca mi frente.

—Ay, Ina tienes calentura. Tenemos que darte un baño de agua fría.

¿Agua fría? NO, vamos ni de coña. Me doy la vuelta pero mi madre me sujeta.

—Eso sí que no, no vas a huir.

Mi madre me sujeta contra ella mientras yo estiro los brazos para agarrarme otra vez al marco de la puerta, si solo tuviera los brazos de goma.

Me vuelvo a dejar caer contra mi madre, poniendo todo mi peso en ella.

—Maaamaaaaaa— lloriqueo. Cerrando los ojos. Parece que hubiera corrido una maratón.

—Damián quítale el pijama.

¡Y un pijo! Observo como Damián se acerca a mí sin decir palabra. Si no fuera porque me está sujetando mi madre correría.

Llega  a mí, posado su mano en mi frente.

—Quizás deberíamos llevarla al médico, — le dice a mi madre.

—Vamos a probar con una ducha de agua fría, si no mejora volveremos a llamar al médico.

Damián asiente, que guapo.

Me mira directamente a los ojos, mientras lentamente me sube la camiseta del pijama para sacarla por mi cabeza. Si mi madre no estuviera detrás de mí ahora mismo esto sería muy erótico.

Me quedo en sujetador delante de él, no es la primera vez, pero me pongo colorada. Miro mi sujetador beige, no es gran cosa, bueno, mis pechos no son gran cosa. Damián tira delicadamente de la cinta de mis pantalones de pijama, deshace el nudo y me los baja. El muy cabrón ha conseguido bajarme los pantalones sin rozarme si quiera. Yo quiero que me roce.

En un momento de lucidez, mientras Damián y mi madre hablan algo de lo que yo no me entero, pienso en lo caliente que me pone estar cerca de él, ¿será cosa de la calentura?

Mi madre enciende la ducha, y Damián se descalza. ¿eh?

—Voy a por toallas.

Damián se quita la camiseta, ¿Damián se quita la camiseta?

Me quedo embobada mirándolo. JODER tiene una pila de lavar en el estómago. Estoy lo suficientemente lucida para ver que se está desnudando y que estamos solos en el baño.

Alargo la mano y le toco la tableta, el encara una ceja y me mira.

—Me gusta tocarte, — murmuro.

—A mi también, — se acerca a mí y me levanta contra él.

—Pues no se nota, — jadeo. Estamos semidesnudos y solos en un cuarto.

—No sabía que la calentura te pusiera tan… caliente.

Yo tampoco. Trago saliva y me acerco a él. Quiero besarlo. Damián esboza una mueca malvada. Hay algo que se me escapa.

De repente es como si miles de agujas heladas se clavaran en mi piel.

Grito como una loca, e intento apartarme del chorro pero Damián me sujeta debajo. No es justo el solo se ha mojado los brazos.

—Sa sácame de a aquí, — tirito-suplico.

—No, — contesta.

—Te gusta verme sufrir.

—Me has creado un gran problema, ¿Sabes la que has liado en clase?

Me estremezco y me ruborizo. Intento darme la vuelta, pero me resbalo. Damián me coge. Oh¡ dios mío… con lo que me acabo de rozar.

Mi madre entre en el baño, y no sé si darle las gracias o matarla.

Finalmente nos secamos y me llevan al cuarto. Dos pastillas y una sopa después me quedo dormida en el cuarto, pensando que qué haré cuando vuelva a clase.

No sé exactamente cuánto tiempo ha pasado, pero es hora de volver a clase. Enzo me ha mantenido informada de todo lo que ha pasado. Al parecer todos me tomaban por la novia de Damián y por lo visto, Gema ha alentado el rumor diciendo que nos vio besarnos.

Otra cosa que me parece muy rara es que Damián no lo haya desmentido.

Sinceramente, esperaba miradas y preguntas acosadoras al llegar. Vale, quizás me he subido un poco. Pero al llegar esta todo normal. Mis compañeras me preguntan que como estoy al igual que los maestros.

Como todo está “normal” y yo decido pasar de todo.

La semana pasa rápido y cada vez el tiempo empeora más. Como nos encanta el otoño, Enzo y yo aprovechamos para ir al parque y echar fotos. También quedo con mis amigos de mi antiguo instituto.

También me apunto al club de fotografía, donde conozco a  Julen y a Mila. Julen tiene mi edad y es más bien tímido, a pesar de ser muy bromista, un poco mas alto que yo, castaño y con unos ojos azules preciosos y Mila es la leche. Cada vez que hablo con ella me parto. Esta peor de la cabeza que yo. Es de mi estatura, con el pelo del color de la noche y con las orejas llenas de piercings.

Ya estamos a viernes y Mila, Julen, Enzo y Darryn, (este último no sé muy bien porque) y yo, salimos por las tascas a dar una vuelta. Cenamos en un bar entre risas y chistes malos.

Enzo no para de decirme lo adorable y guapo que es Julen, y la verdad es que es bastante mono. Varias veces en la noche, me doy cuenta de que me quedo mirándolo fijamente. Es muy guapo.
Me he dado cuenta de que después de tanto tiempo, de las mudanzas de las cosas difíciles en casa y en el instituto, por fin parece que mi vida vuelve a la normalidad.

 Bebemos y bailamos como locos. Apenas soy consciente de que Fanjo se nos ha unido. Casi a las 2 de la mañana salimos del local. Cada uno nos vamos a nuestra casa. Mañana salimos otra vez.

Al llegar todo el mundo está acostado. He llegado más tarde de la cuenta, si se entera mi madre me mata.  Entro con cuidado, necesito beber agua.

—¡Bu!

Salto del susto y me pego con la mesa de la cocina. El corazón me va a mil por hora, ni si quiera me sale la voz para gritar.

Me  doy la vuelta y veo a Damián sin y un cigarro en la mano. Le pego fuerte en el pecho.

—¿Tu eres tonto? —me llevo la mando al corazón. — Casi me matas.

—¿Te lo has pasado bien con tus amigos? — ¿se está burlando de mi?

—Pues sí, ha estado muy bien.

Entorna los ojos y me mira. Se acerca a mí dándole una calada al cigarro.
Se me entrecorta la respiración, se lo que va a hacer. Se agacha hasta mi altura y suelta el humo en mi boca. ¿Por qué me parece tan íntimo ese gesto?

Se aleja y yo retengo el humo todo lo que puedo.

—¿Qué hacéis aquí?

Damián y yo miramos a la vez a Tiago. Sin poder evitarlo suelto el humo mientras Damián se esfuerza por esconder el cigarro.


Tiago nos mira furioso. Mierda.


jueves, 14 de mayo de 2015

Capitulo 6. (Como esquivar al amor)

6.

Hay mucho ruido a mí alrededor, pero no le hago caso. La carrera ya ha empezado. Solo miro al hombre que tengo delante y recuerdo una y otra vez la manera en la que nos dejó. Recuerdo ver a mi madre desesperada por llegar a fin de mes, como trabajaba sin descanso para poder sacarme adelante. Recuerdo escucharla llorar a escondidas, y como después me sonreía y daba ánimos. Siempre fuerte, por mí.

Por aquel entonces, los niños eran muy malos, siempre alguien me preguntaba que donde estaba mi papa y se burlaban si les decía que se había ido.  Mi madre nunca me mintió, recuerdo el día que me contó la historia entera, como cada vez se peleaban mas y como finalmente el decidió irse, “sois demasiada carga, no puedo”, había dicho antes de irse.
Siempre me he sentido el motivo el motivo de su ruptura. Al fin y al cabo, si yo no hubiera nacido, no se hubiesen separado ¿no?.

La realidad me golpea, no éramos una carga, yo era una carga. Mis padres me tuvieron jóvenes, pero eso no es escusa. Simplemente mi papa no me quería. Mi amor y el de mi mama no fueron suficientes para él. Ahora por lo visto el de esa niña y la mujer de al lado sí.

Me limpio las lágrimas, no sabía que estaba llorando, y alzo la vista. La carrera ha acabado, el ruido a mi alrededor es ensordecedor. Las gradas están a reventar de gente.

Entre mis ojos vidriosos, distingo el mono de Damián, como no, ha ganado la carrera ¿hay algo que haga mal?

—Perdona, — un hombre llama mi atención. Al darme la vuelta veo que es Ricardo, mi supuesto padre, y digo supuesto por que este hombre podrá tener mi sangre, pero para mí no es nada.

— ¿Nos haces una foto? —, pregunta. Y yo salto, no me puedo contener. Años de rabia salen de mí.

— ¿En serio? — comienzo con sarcasmo. —Me he imaginado muchas veces esto. Muchísimas. He imaginado que diría miles de cosas o que tú me las dirías a mí. Pero ¡NO! Te veo y me pides una puta foto con tu jodida familia. — Me mira asombrado, no sabe quién soy, eso me cabrea más.

— ¡Dios! Me da asco solo mirarte.

— ¡Estás loca! ¿Quién eres para hablarme así?, —la gente nos mira.

—Para ti nadie. —Voy a darme la vuelta, necesito irme, pero me coge del brazo.

— ¿Quién eres?, — lo empujo.

— ¡Suéltame! — grito histérica. — Ni me toques. —Pero él me agarra más fuerte y sisea e mi cara.

—Eres una…

Una mano aparece en el cuello de Ricardo, y al instante, un mono azul se pone en mi vista.

— ¿Quién coño te crees que eres para cogerla... para tocarla… si quiera para hablarle así?, — la voz de Damián es baja pero detona rabia. Mucha rabia.

Damián lo suelta y me mira. Yo estoy en shock, quiero irme de aquí. Quiero llorar, gritar, abrazar a Damián por defenderme, no sé. Ahora mismo no quiero pensar en el comportamiento de Damián, solo quiero que me saque de aquí. No quiero volver a ver al desgraciado de mi padre.

— ¿Qué pasa aquí? — aparecen dos guardas de seguridad y los compañeros de equipo de Damián. Y se lía. Un montón de gente me empuja. Unos para ver qué pasa, otros para ver a Damián.

Veo a la niña y a la mujer que iban con Ricardo. No saben nada y por un momento siento pena por ellas. No se merecen este espectáculo.

—¿Ricardo qué pasa? —, pregunta la mujer.

Yo miro por última vez a mi padre y me doy la vuelta, necesito salir de aquí.

—¡Ina!, —grita Damián. —Ina espera.

Me doy a vuelta y niego con la cabeza. Necesito salir de aquí. Antes de correr escaleras arriba hacia la salida veo dos cosas.

Damián intentando llegar a mí. Y a Ricardo totalmente paralizado.

Son las dos de la mañana. No sé muy bien donde estoy. Cuando Salí del estadio me dirigí corriendo a la parada del autobús, tome el primero que paso y bajé no sé dónde.
Llevo casi dos horas sentada en el callejón, de al lado de un pub, llorando en el suelo y con una botella de vodka en la mano.

—¿Por qué nadie me quiere? —, susurro entre lagrimas y hipidos.

—Mirar chicos, una niña bonita y borracha.

Miro arriba y me encuentro con cuatro chicos que definitivamente dan miedo.

—No voy borracha, —les digo. Es lo único que se me ocurre, y es verdad.

Los cuatro se me acercan, intento levantarme pero no lo consigo. Uno de ellos me vuelve a empujar al suelo. Sé que debería sentir miedo pero ahora mismo solo siento dolor y rabia.
Lo aparto y me pongo de pie. Intento ir hacia el bar pero no me dejan pasar.

—Tú, te vas a venir conmigo, —dice el más alto de ellos. Tiene la piel muy pálida y está demasiado delgado.

Lo empujo pero no me suelta, lo vuelvo a empujar, pero nada. Entonces me acuerdo de mi padre y le suelto tal guantazo que lo dejo aturdido, después una patada en los huevos y salgo corriendo.
No llego muy lejos uno de ellos me atrapa.

—Sucia perra, —maldice el chico pálido, levantándose del suelo.

Vale, ahora si tengo miedo. Miro alrededor y no veo a nadie que no sean ellos. Joder, estoy en problemas.
Me acuerdo de Damián, que contra todo pronóstico había salido detrás de mí. ¿Dónde estará? ¿Me seguirá buscando? Oh no, seguro que después de esto ya no me habla e la vida. Ahora si que me va a odiar.

—Damián…—susurro.

El chico que me tiene agarrada me coge la cara con las manos para mirarme bien.

— ¿Has dicho Damián? Mierda. Chicos es Ina, la novia de Damián.

—No jodas, —dice uno.

—Voy a avisarlo, — dice el otro.

—Te has librado por poco. —Dice el alto. Yo por un momento me quedo parada  ¿Qué?
No sé muy bien que pasa, pero me llevan a la puerta del pub y a los cinco minutos escucho un sonido muy familiar.

La moto de Damián se para frente a mí. Viene sin casco, y lleva un cabreo encima que da miedo. A pesar de eso, me reconforta verlo.

—¡A ti qué coño te pasa!  ¿Primero la lías y luego sales corriendo? —, me grita. Hago un puchero exagerado intentado no llorar. Pero no puedo más, soy una llorona. Y hago lo que llevo meses haciendo. Suelto la botella y me tiro a sus brazos. Entierro la cara en su pecho y lloro, lloro por culpa de mi padre, porque necesito apoyarme en alguien, lloro por todo. El día de hoy ha sido una mierda
Suspira.

—Eres un problema.

Me abraza, y yo me siento segura otra vez. Cierro los ojos, respirando esa paz que me da. Mis lagrimas cesan. Les dice algo a los chicos del callejón. Me Coge los brazos y los pone alrededor de su cuello.

—Agárrate, —susurra en mi oído, provocando miles de estremecimientos. Me agarra por los muslos y me alza a su cintura.

Me ruborizo ¿Qué hace?

Noto como nos subimos a la moto. Lo miro a los ojos y me pierdo en ellos, esta vez me devuelve la mirada. Me aprieta más a él. Nos rozamos íntimamente y mi corazón se vuelve loco. Casi jadeo en su cara. Repentinamente me pongo nerviosa, siento cada parte de su cuerpo que está en contacto con el mío.

Me coge la cara con las manos, me da un beso en la frente y me obliga a esconder la cara en el hueco de su cuello.

Así vamos a casa. Yo montada de esa manera y el conduciendo así. Por un momento pienso en decirle que cambiemos de postura, que es peligroso, pero estoy demasiado a gusto.

Llegamos a casa y me baja de la moto de la misma manera.

Entramos y yo voy directa al baño. Me ducho y lavo los dientes y voy a mi cuarto. No tengo ganas de hablar ni de pensar en nada.

Al abrir la puerta lo veo sentado en mi cama, también recién duchado y en pijama. Tiene el pelo mojado de la ducha y un poco de barba. Esta para comérselo.

Nos miramos, no decimos nada.

Me meto quito la toalla, voy en bragas y sujetador. Cuando voy a ponerme el pijama, se quita su camiseta y me la ofrece. Por un momento me quedo parada.
Entonces se levanta y me la pone el mismo. Vuelve a suspirar, y yo me quedo embobada viendo su pecho. Es simplemente perfecto.

Aspiro su aroma, ahora huelo a él y eso me encanta. Mi corazón late con fuerza y miles de mariposas pasean por todo mi cuerpo.

Nos metemos en la cama y apaga las luces.
Nos acurrucamos al estilo cucharita. Todavía no me lo creo. ¿Qué le pasara por la cabeza? Es todo tan confuso.

Me acerco todo lo que puedo a él. Me quedaría así toda la vida.

—Me debes una explicación.

—Mañana, — susurro y me acurruco más contra él.



Damián POV

Ina se revuelve en mis brazos. Se quedó dormida en segundos. Beso su sien y la miro. Las mismas palabras de siempre rondan por mi cabeza. El día que la vi solo pensé una cosa y cada vez que la veo, lo mismo. Me gustaría poder decirle tantas cosas… Pero es imposible.

Me levanto lentamente de la cama y me voy a la cocina. Necesito pensar y fumar.
Me siento en una silla y apoyo los pies en otra, mientras enciendo el cigarro.

 ¿Qué está mal conmigo? ¿Qué me pasa? No me la quito de la cabeza.

Lo único que quiero es abrazarla todo el tiempo. Es tan confuso. Ina me gusta mucho.
 Pero no puedo hacer nada, se lo prometí a Amalia. No puedo romper la promesa que le hice a ella. Siento que cada vez la estoy defraudando más, que la estoy traicionando.

Un ruido me hace mirar a la derecha, y me encuentro con Ina en la puerta. Se ve tan hermosa con mi camiseta, aunque ella esta guapa con cualquier cosa.

Por un momento nos miramos ¿Sabrá ella cuanto me gusta mirarla? Es perfecta.
Levanto el cigarro, y ella se acerca a cogerlo. Después de una calada me lo devuelve.

Veo que va a sentarse en una silla pero inevitablemente la pongo sobre mi regazo. Ella se tensa un momento y me mira asombrada, pero se relaja. ¿Qué le habrá pasado en el circuito?  Dios me ha preocupado tanto. Cuando he salido y no la he visto casi me da un ataque. No puedo permitir que le pase nada malo. No puedo y punto. Me debe unas cuantas explicaciones.

La quiero besar… pero no puedo, así que, poso el cigarro en mi boca e inhalo, seguidamente cojo su cara y acercando nuestros labios suelto el humo en su boca. Ella lo acepta, y después lo echa de una manera tan sexy. 

Me quedo mirándola y las mismas palabras de siempre vuelven a mí… suspiro y la abrazo. 

Una pena que no podamos ser nada.


Holaa¡¡ Lo siento¡ he tardado mucho en subir capitulo, lo sé. Pero este es bastante largo ¿compensa?

Comentar¡¡ decirme si os gusta, si no etc.. 

Hasta pronto¡ 
Bss  (L)

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